¿Qué pasa mujeres?


A diario escuchamos hablar de homicidio, parricidio pero no es habitual el término femicidio, en circunstancias que es un crimen que cruza todas las clases sociales y etnias. Este tipo de delito expresa un sentimiento de posesión y control de las mujeres por parte de los hombres, acción que se apoya con la expresión ¡ la mate porque era mía
Según las Naciones Unidas: femicidio es “ el asesinato de mujeres como resultado extremo de la violencia de género, que ocurre tanto en el ámbito privado como público y, comprende aquellas muertes de mujeres a manos de sus parejas, ex parejas o familiares, asesinadas por acosadores, agresores sexuales y/o violadores, así como aquellas que trataron de evitar la muerte de otra mujer y quedaron atrapadas en la acción femicida.”
De acuerdo a cifras entregadas por SERNAM el año pasado un total de 45 mujeres fueron asesinadas en Chile por sus cónyuges, parejas o ex parejas. Recordemos además que en las primeras dos semanas del presente año específicamente en Los Angeles y Osorno ya se habían efectuado los dos primeros femicidios .


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Los asesinatos de Elizabeth Díaz Salazar en Cerrillos y de Vanessa Bobadilla en Peñalolén nos abofetean, recordándonos que la brutalidad del hombre sigue castigando física e innecesariamente a la mujer y también, que entre “Homicidio” y “Femicidio” hay una gruesa muralla de machismo que impide tomarle el real peso a lo que implica asesinar, alevosamente, a un ser humano de sexo femenino.
Durante siglos, el crimen de matar a una mujer ha sido calificado inconscientemente como “homicidio”, confundiendo fidelidad conceptual-etimológica con discriminación sexual. Al momento de tratar estos casos en la justicia chilena, la situación descrita se ha traducido en una incomprensible complacencia de los jueces con los imputados de este delito, dictando penas irrisorias e increíbles como si se tratara de un asesinato cualquiera, en donde, injustamente, el más débil y con menos fuerza fue asesinado sin considerar la superioridad física y bruta del sujeto que perpetra el crimen.
La solución, más que crear instancias de escarmiento está en crear consciencia, sobre todo a la gente de aquellos sectores más vulnerables, que lamentablemente, y que por razones ya conocidas, se suelen dar con más frecuencia estos hechos. Esto se da con más protección, más denuncias y más vías de defensa.
Hoy en día, por mucho que se demuestre que la mujer sigue avanzando en su escalada por acortar distancias en el plano de género, con logros como su protagonismo en el mercado laboral o su incursión en carreras políticas, lamentablemente, sigue habiendo un aspecto para las féminas en el que, por sí mismas, les resulta difícil poder ampararse y superar la estupidez y agresividad de los lapsus hormonales del hombre, que, como ya hemos sido observadores, la mayoría de los casos desemboca en injustificables casos de femicidio.
No hay que quedarse sólo en el repudio y en la rabia contenida, sino que también todos debemos adentrar en el ámbito de la prevención y la protección de un ser frágil, no por eso, menos competente como lo es la mujer. El SERNAM y sus centros de acogida son útiles, pero no basta con eso. Es aquí cuando ya no podemos culpar sólo al Estado y a los políticos por no hacer su trabajo. Lo que pasa dentro de la casa, es responsabilidad de quien vive en ella y de quienes la colindan, ergo, tomar consciencia y ser realmente humanos es la real deuda que tenemos con nosotros mismos, como sociedad.